Posición femenina

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sede Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa 


Fotografía por Ramez E. Nassif

En el psicoanálisis de orientación lacaniana hablamos mucho, muchísimo, de “lo femenino”, más precisamente del goce femenino. Hasta tendremos una conversación mundial al respecto, por no mencionar distintas jornadas sobre el tema. 

Antes que hablar de “las mujeres” –así, como haciendo conjunto– o del “goce femenino” –que a veces se aborda en clave de misterio–, propondría preguntarnos por la posición femenina

La posición femenina interesa porque implica –lo voy a decir así– no estar del todo en la lógica del todo, que es la lógica edípica, la de la castración.

Este es uno de los efectos más interesantes de un final de análisis: ¡por fin no estar del todo en la lógica del todo!, salirse un poquito al menos.

Sé que le hago mala prensa a la lógica del todo. Debería ser un poco más agradecido. Muchachito, ¿qué sería de usted sin la lógica del todo?, me recordaría cualquier viejo sabio. Seguramente padecería la vida, no sería posible tener un cuerpo, amar ni hacer parte. Tampoco la familia, la educación, la sociedad, al menos tal como las imaginamos.

Dicho esto, no hay que olvidar que la lógica del todo también se padece, y mucho. El mejor ejemplo es el superyó: más, más, más… del semblante que sea. También lo padecen los psicoanalistas militantes de La Escuela.

El psicoanálisis me da la posibilidad de poner, un pie al menos, en otra lógica: la del no-todo. Por eso es interesante, enseñante, la posición femenina, caracterizada justamente por esto.

La posición femenina, no toda en la lógica del todo, «no se presta fácilmente a la sustitución de lo real por un semblante» (1), dice Miller. La posición femenina es más amiga de lo real que del semblante, por eso se toma en serio lo real, por eso cuestiona el semblante. Esto es fundamental para alguien que escucha a otro –un psicoanalista. Cuestionar el semblante posibilita la invención. Es lo que permite, por ejemplo, que el síntoma sirva para algo más que repetir, tropezar. Que sirva, por decir algo, para “alegrarse”, lo que ya será hacer uso


Referencias:

1. Miller, J.-A. (2002). De la naturaleza de los semblantes, p. 134. Buenos Aires: Paidós (1991).

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