Sueño y cartel

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana de Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa
Producto del cartel: El sueño, índice de real o índice de verdad. Constituido hacia el XII Congreso de la AMP.


Fotografía por Johannes Plenio


Esta experiencia de cartel me permitió arribar a la siguiente idea: si el trabajo que se realiza en un análisis alrededor del síntoma le enseña al analizante a “saber leer” –para decirlo como Jacques-Alain Miller en Leer un síntoma–, entonces, también le permitirá leer sus sueños.

Leer un sueño. Se dice fácil, pero implica toda una transformación. Debe haberse transformado nuestra relación con las palabras, con el saber, con nuestro inconsciente. Leer un sueño no es descifrarlo, encontrar su verdad, su mensaje, el saber que lo condiciona. Leer un sueño es reducirlo. Cuando un rasgo del sueño queda inscrito, inolvidable, podemos estar seguros de que se lo leyó. Desde esta perspectiva entonces, es el acto de lectura en análisis el que produce lo escrito.

Es innegable que en la experiencia analítica el saber leer se transfiere del analista al analizante, tanto así que muchos análisis culminan con lecturas que el mismo analizante realiza de sus propios sueños.

¿Cómo el analista transfiere ese saber leer al analizante? Apostando por escribir el síntoma. Este podría ser uno de los ángulos del deseo del analista. Vale decir que no sólo se trata de acoger el síntoma, escucharlo, descifrarlo, hasta nominarlo: se trata de escribirlo. ¿Qué puede querer decir esto? Reducirlo a una letra, a una cifra, sin sentido. Aquí la interpretación por el equívoco es fundamental. Esto también se dice fácil. En todo caso, estamos en la otra perspectiva: la escritura es lo que producirá la lectura.

¿Qué es primero, el huevo o la gallina? ¿La lectura o la escritura? A falta de decirlo mejor, van juntas sin solución de continuidad, una implica la otra.

Leer un sueño permite hacer uso de él. Por ejemplo, un sinthome. Leer un sueño permite hacer uso de él, eso me enseñó el XII Congreso de la AMP, el que no pudo realizarse por pandemia, el que quedará como el Congreso inexistente.

¿Qué me enseñó esta experiencia de cartel? El cartel. Y esto a pesar de que no nos elegimos nosotros, nos juntó la Comisión de carteles de la NEL; a pesar de que no elegimos al más-uno, lo designó la misma comisión; a pesar de que no fuimos 4+1, fuimos, (4+1)-1, porque uno desistió de continuar; a pesar de no poder reunirnos en cuerpo presente, porque no somos de la misma localidad; a pesar de la perplejidad de la pandemia, y después, la de la cancelación del congreso, etc.

Hace unos días escuchaba a Fernando Vitale recordar a Freud decir: en lo tocante al chiste, finalmente, nunca sabremos de qué reímos. Digo: en lo tocante a un cartel que culmina, nunca sabremos qué nos anudó.

Una pista. Esta experiencia de cartel me enseñó que el más-uno es una función. Que nadie es el más-uno, ni siquiera ése al que lo designan “más-uno”. Es un lugar vacío y, llegado el caso, puede ser ocupado por cualquiera. Así entiendo esa frase que tanto se suele repetir: el más-uno es una función. 

Una pista más. Dice Juan Carlos Indart, siguiendo a Lacan en el Seminario 8, que la “significación de amor” se produce cuando, sorpresivamente, quien está en posición amado (por lo general el hombre) pasa a la posición amante, y quien está en posición amante (por lo general la mujer) pasa a la posición amado. Esto es importante, agrega, porque produce un “efecto real”. ¿A qué se refiere? A que cuando se dan estos cambios de posición, el efecto es un goce en el cuerpo. Uno no es correspondido por alguien en particular, “uno es correspondido en su propio cuerpo por un goce”. Lo llevo al cartel. Cuando el más-uno pasa a ser uno más, y cuando uno más pasa a ser más-uno, se produce una significación de amor cuyo efecto anuda el cartel en tanto anuda a cada uno con un goce en el cuerpo, en su cuerpo. Ese goce es lo único capaz de sacarnos de la mortificación de lo que siempre falta y de un goce más, muy presente también en el estudio del psicoanálisis.

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