¿Todos platónicos?

Por Renato Andrade
Psicoanalista
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa.




¿Y si fuésemos platónicos sin saberlo? Usted podría ser platónico sin haber leído una sola línea de Platón. Cuando nos enamoramos sí que somos platónicos.

Somos platónicos medievales –en palabras de Koyré– cuando, por ejemplo –y sin proponérnoslo–, aplicamos “la prueba por los grados de perfección”: de la existencia de una perfección parcial y finita puedo deducir la existencia de una perfección suprema e infinita; de la existencia de verdades fragmentarias, particulares y parciales, deduzco la existencia de una verdad absoluta, suprema e infinita. Es decir que, si en nuestra “alma” exploramos la “idea” de lo que fuere, por limitados que seamos, desembocaremos en que la perfección absoluta y suprema –uno de los nombres de Dios– de eso que exploramos “no puede no ser” (1).

Si concibe que el cuerpo es un estorbo y hasta una prisión para el alma, es platónico. Lo mismo si el alma no forma una unidad indisoluble con el cuerpo, sino que lo gobierna, lo guía, lo usa, lo trasciende. Para el platónico –explica Koyré–, no cabría decir que el hombre piensa, sino el alma piensa, pues la actividad propia del hombre, el pensamiento, la voluntad, corresponden al alma (2).

Es platónico si considera que usted puede conocerse a sí mismo. Hablamos aquí del “conocimiento directo del alma por sí misma” (3). También si se siente más cerca de la verdad –o de Dios– conociéndose a sí mismo, abstrayéndose, que conociendo los objetos del mundo.

Es platónico si piensa que el “Jefe ideal” no sólo es el hombre de acción sino el legislador, el que sabe traducir para la mayoría el “Bien” que conoce y pretende.

Y si, cuando se enamora, se le revela que posee un alma que desea conocer, y que algo de su pareja habita en esa alma –la suya–, usted no sólo es platónico, ha hecho de ella su Dios: Dios está “más cerca del alma de lo que lo estamos nosotros mismos” (5). 


Referencias: 

(1) Koyré, A. (2020). Aristotelismo y platonismo en la filosofía de la Edad Media. Estudios de historia del pensamiento científico, p. 29. Siglo XXI Editores: Ciudad de México, México (1973).
(2) Ibid., p. 27.
(3) Id.
(4) Ibid., p. 24.
(5) Ibid., p. 26.

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