Transformaciones

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sede Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa

Fotografía de Aarn Giri

Avanzar, crecer, madurar. Eso me dicen algunos que es la vida. Yo les diría que es el sentido que le han dado a eso que, precisamente, no lo tiene: la vida misma. Les podría decir hoy, por ejemplo, que la vida es escribir: la vida se escribe. Sin embargo, lo que cada uno pueda formular como el sentido de la vida es una de esas “cien mentiras que valen la pena” –como canta el poeta Joaquín Sabina.

Avanzar, crecer, madurar. ¿Cómo estar seguros de haberlo hecho? Toda idea de progreso, ¿no es acaso una ilusión? Creemos que nos podemos mirar, conocernos nosotros mismos. Es la acrobacia de la transparencia. Quizá no pasamos de mirarnos el ombligo.

Lo que sí resulta innegable es que hay transformaciones, que sólo después de acontecidas nos percatamos. No alcanzamos a explicarlas, así como no las vimos venir ni las controlamos, menos aun sus resultados. Después, tratamos de ubicar un momento, una escena, que nos permita decir: acá, esto, ocurrió… tratando de atrapar lo que no puede atraparse.

Un psicoanálisis nos recuerda que las transformaciones ocurren; no todos los días. Son posibles. Es tarea de aquél que deviene “psicoanalista” demostrar, ante quien pueda hacerse escuchar, la transformación que produjo su psicoanálisis.

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