No hay metalenguaje: “una pequeña idea de lo real”

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana de Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa.


Fotografía por Dan Cristian Padure


Piensen en su pareja, en su familia, en su empresa u organización. ¿No sueñan con un tercero, un árbitro, un justo juez que despeje todos sus malentendidos? O quizá ya asumieron que, por más que busquen, no podrán encontrar quién desempeñe semejante tarea. 

Imaginen ahora no ya a alguien, sino una fórmula para despejar malentendidos. Hasta para los psicoanalistas de escuela: una fórmula para el dispositivo del control, de la presentación de caso, para el comentario de un testimonio de pase, etc. Todos se sentirían a gusto, entendidos, escuchados, tenidos en cuenta, ¡adiós a los malentendidos!

Jacques-Alain Miller nos recuerda que esa fue la ambición de la lógica matemática en el siglo XX: «la idea de que debía someterse la verdad de la palabra –del lenguaje común (…)–, vehiculizada en los intercambios humanos, a prueba de una escritura». Fue la ambición «lógico-positivista» (1): inventar una escritura que funcione como metalenguaje para atrapar la verdad del discurso.

Pero recordemos la objeción que hace Lacan en su Seminario 20: «La formalización matemática es nuestra meta, nuestro ideal. ¿Por qué? porque sólo ella es matema, es decir, transmisible íntegramente. La formalización matemática es escritura, pero que no subsiste si no empleo para presentarla la lengua que uso. Esa es la objeción: ninguna formalización de la lengua es transmisible sin el uso de la lengua misma» (2).

Así que está bárbaro la invención de una escritura, la formalización matemática; pero no se sostiene sola, requiere de un decir, y si se introduce la palabra, se reintroduce el malentendido. El significante siempre es equívoco, abre sentido y requiere de otro significante para poder abrochar ese sentido, para poder cerrarlo, es decir, para producir una significación. Por eso Miller concluye: «No podemos hacer que el significante se baste a sí mismo (…), no se refiera y sea todopoderoso (…): el significante como tal resiste» (3).

Es así que a partir del significante podemos llegar a la siguiente conclusión: no hay metalenguaje posible o –como también lo dice Lacan– no hay Otro del Otro, «es imposible decir lo verdadero sobre lo verdadero» (4). Es imposible la última palabra, clausurar el sentido, suturar la pregunta por la verdad. «Lacan llamó real a lo imposible y, en particular, a la imposibilidad de decir lo verdadero sobre lo verdadero. Dado que es imposible llamar real a lo verdadero, se puede denominar así a lo imposible» (1), señala Miller. 

Pero lo interesante reside en lo que comenta a continuación: «A partir del manejo del significante se tuvo una pequeña idea de lo real…» (3). Vale decir que, con el manejo del significante que nos permite circunscribir un imposible, tan sólo tenemos acceso a una pequeña idea de lo real. Idea importante, sin duda, pero pequeña. No sólo es una invitación a la humildad, sino a tomarnos en serio lo real. 

Del lado de la ciencia, dice Miller siguiendo a Lacan, queda el saber en lo real, lo que quiere decir que para la ciencia en lo real hay significante, hay «coherencia», hay un «sistema» (5), hay constancia y regularidad que posibilita que ese real pueda preverse y transformarse. 

Del lado del psicoanálisis, como vimos, queda lo real en el saber. Esto significa que a través del significante, jugando con él «como si se pudiera saber, como si se supiera» (6) [es decir, gracias al Sujeto Supuesto Saber], arribamos a que es imposible decir lo verdadero sobre lo verdadero. Lacan escribió esta “pequeña idea de lo real” que alcanzamos con el siguiente matema: 

S(Ⱥ)


Referencias:

1. Miller, J.-A. (2002). De la naturaleza de los semblantes, p. 105. Buenos Aires: Paidós (1991).

2.  Lacan, J. (2014). El Seminario Libro 29 Aún. p. 144. Buenos Aires: Paidós (1972-73).

3. Miller, J.-A. (2002). De la naturaleza de los semblantes, p. 106. Buenos Aires: Paidós (1991).

4. Ibid. p. 100.

5. Ibid. p. 111.

6. Ibid. p. 104.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Barbie-Lacan

Sobre Oppenheimer

El dinero no es cualquier objeto