Psicoanálisis y personas mayores

Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana del campo freudiano Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa

Entrevista





¿Qué tiene el psicoanálisis para ofrecerle a los de la tercera edad?

–Me pregunta usted por las personas mayores que vienen a consultar. No son la mayoría de los casos, pero tampoco son exiguos. Vienen principalmente empujados por sus hijos o hijas. 

Partamos de que, al margen de su edad, en algún momento de su vida, uno puede experimentar la necesidad de hablar, de dirigirse a otro que lo escuche.

Pero, a cierta edad, uno está confrontado más directamente con la pérdida. Freud la denominó “castración”. La pérdida del compañero, de los hermanos o amigos, de los hijos que parten y de los nietos que parten con ellos, de la salud, de la vida que conoció, de su rutina. 

Hay una película muy hermosa de David Lynch, titulada The Straight Story, traducida como Una historia sencilla ¿Usted la conoce?

Me temo que no.

–La traducción literal sería “La historia de Straight”, porque el protagonista es un señor llamado Alvin Straight, que es muy recto, correcto, franco, derecho. El título juega con esa equivocidad, ya que straight en inglés significa justamente eso.

La película empieza cuando él pierde la salud; luego nos enteramos que había perdido a su esposa, a sus hijos y también su licencia de conducir, pues ya no ve como antes. Vive solamente con su hija, una mujer mayor que tiene serias dificultades para hablar y que también perdió a sus hijos. Así que la pérdida está por todos lados.

En ese momento se entera de que su hermano, con quien lleva peleado 10 años, acaba de sufrir un derrame cerebral. “Instante de ver”, “tiempo para comprender”, derivan en el “momento de concluir”: tengo que ir a ver a mi hermano como sea. Lo increíble es que, para hacerlo, cruzará todo el estado de Iowa ¡En una podadora de césped! El viaje en el que, como espectadores lo acompañamos, es en realidad un viaje a través de su vida. 

Este personaje, con una magnífica actuación de Richard Farnsworth, nos muestra que en la vida hay pérdidas inevitables –la muerte, la enfermedad, la tragedia– y, sin embargo, existen cosas que no podemos dar por perdidas –el amor, la familia, los lazos, las invenciones–, cosas que exigen de nosotros un acto, como cruzar el estado en una podadora para llamar a la puerta de tu hermano enfermo: “¡Lyle!” Y es que renunciar a algunas cosas equivale a desprenderse de eso que nos anuda a la vida.

De algún modo, el encuentro con un psicoanalista puede permitirle a un hombre o una mujer mayor concluir qué es inevitable perder y qué no.

Noto que se sonríe ¿Podría comentarme?

–Pensaba que el viaje de Alvin reproduce la estructura de las sesiones: lo que nos permite conocerlo son las sucesivas conversaciones que va sosteniendo con uno u otro extraño a lo largo de su viaje. Sólo así se aprehende la certidumbre de su acto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Barbie-Lacan

Sobre Oppenheimer

El dinero no es cualquier objeto