Más allá de la lógica edípica

Por Renato Andrade

Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sede Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa


Fotografía de Federico Bottos


La lógica edípica es la lógica de la “falta” y el “suplemento” [1]. Del lado del paciente, lo que más escuchamos es: me falta, no tengo, ¿cómo hago?, he pensado conseguirme algo que venga al lugar de lo que me falta, etc. Y del lado del analista, si bien no lo dice así, podría entenderse entre líneas: ¿usted en verdad hace eso?, ¿no debería renunciar a ello?, ¿contentarse con otro gocecito?

Esta lógica se resume en el siguiente matema: / (–𝞅)

En este matema tenemos la falta (-𝞅) y lo que taponaría la falta (a); tenemos la castración, la pérdida de un goce (-𝞅), y un “plus de gozar” [2] que colmaría esa pérdida (a).

Ese matema resume el Edipo freudiano. Por la presencia del padre, el niño tiene que perder el goce “fálico” [2] de estar junto con la madre y deberá encontrar otro goce, que no será ese, pero que al menos es algo; desde luego, dentro de los límites de la ley.

Ni los pacientes ni los psicoanalistas lo dicen así, es más, no saben que están atravesados por esa lógica; pero es lo que condiciona que los pacientes digan lo que dicen y los psicoanalistas intervengan como intervienen. 

Jacques-Alain Miller lo expresa del siguiente modo, no sin humor: “el discurso analítico actual vive bajo el régimen edípico en todas partes (tanto entre los malvados de enfrente, de la Asociación Internacional, como entre los gentiles, que somos nosotros, los de la cofradía lacaniana), en sus instituciones y en su teoría. Quizás a nivel de la práctica haya alguna posibilidad, algunos signos (…) que escapan a esta capa” [3].

Miller reconoce que la castración es necesaria: “La castración es lo que calza el goce”, afirma. ¿Qué quiere decir? Que, sin la castración, sin la interdicción, sin un “no”, el goce sería insoportable, absolutamente “invasivo” (como nos enseña la psicosis). “Gracias a este calzado se logra bailar más o menos con el goce”, agrega. Pero, a continuación, encuentra un buen argumento para cuestionar la lógica edípica, y advierte: es “un calzado que lastima los pies” [4]. ¿A qué se refiere? A que la castración mortifica, es lo mortificante de estar buscando todo el tiempo un goce que colme la pérdida, sólo para comprobar que no es así, entonces se intenta otra vez, y otra vez, y otra vez. Miller también se refiere a lo estragante que resulta para una mujer la figura de alguien que todo el tiempo exige perder goce: no seas así, no seas asá, no hagas esto, no trabajes, no seas madre, vístete distinto, etc.

Sin desarrollarlo demasiado en la clase V de su seminario De la naturaleza de los semblantes, Miller, siguiendo a Lacan, va a proponerle al psicoanálisis otra lógica, la lógica del no-todo. El no-todo no quiere decir incompleto, o que algo falta, “significa que hay una dimensión donde está en juego otra cosa que la falta y sus tapones”. Una lógica que no promueve la “mesura”, el “justo medio” (como Aristóteles), ni tampoco proscribe el “exceso” [5]. Una lógica femenina.


Referencias:

1. Miller, J.-A. (2002). De la naturaleza de los semblantes, p. 73. Buenos Aires: Paidós (1991).

2. Ibid., p. 74.

3. Ibid., p. 75.

4. Ibid., p. 82.

5. Ibid., p. 80.

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