Temores

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa



Los seres hablantes aman sus temores. Se aferran a ellos, no los dejan ir. Esos temores cumplen una función. ¿Cuál? Habrá que descubrirla en cada caso.

En la película Drugstore Cowboy (1989) de Gus Van Sant se nos muestra una función de los temores: trazar un límite. El protagonista, un drogadicto incorregible, pone un límite a su consumo mortífero gracias a sus arraigadas supersticiones: si se realiza tal acción (como poner un sombrero sobre la cama) sólo cabe esperar lo peor –la cárcel, la muerte. La película no nos dice nada de él, de su historia o de su familia. No sabemos cuál es su ideal. Pero cuando no funciona el ideal, alcanza con una idea de lo peor, con su inscripción, la cual remite a la función paterna: si hay una idea de lo peor, es que hubo padre. Por ello el protagonista le rogará a Dios que, si le condona la maldición, renunciará a su goce.

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