"Napoleón" y los hombres

Entrevista

Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa




A propósito de la reciente novela que comentaba, “El abrazo del lagarto”, de Esteban Carpio, ¿qué piensa de los hombres “isla”, de los hombres aislados que no se relacionan con los demás?

Su pregunta me hace pensar en dos posiciones. La primera posición es la del hombre que rechaza al Otro, que no lo tolera, pues desprecia su singularidad, desprecia lo más singular del Otro. Son los hombres que tienen dificultades para amar. La segunda posición es la de los hombres que se recluyen, que no salen, que no lo intentan con nadie. Son los hombres que se protegen del encuentro con el deseo del Otro: ¿qué quiere el Otro?, ¿estaré a la altura de ese deseo?

En esta segunda posición el hombre requiere de alguien (por lo general un Otro del amor) que lo ayude a reconocer un rasgo de sí mismo al cual pueda identificarse y con el que pueda sostenerse en el encuentro con el deseo del Otro: ¿qué quiere el Otro?... no lo sé, pero yo…

¿Podría desarrollar un poco más?

La reciente película de Riley Scott, “Napoléon” (2023), lo muestra muy bien. Napoleón sólo se puede encontrar con el deseo del Otro (Josefina) después de ser reconocido como un militar exitoso. Si lo piensa, es hasta gracioso: primero hay que conquistar pueblos para después conquistar a una mujer. Aunque sería mejor decir que un hombre debe conquistar-se antes de conquistar a una mujer.

¿Qué es un hombre?... es una de las preguntas que recorre el film.

Efectivamente, ¿qué es un hombre?, nadie lo sabe y nadie lo conquista del todo. La película de Riley Scott nos muestra distintas declinaciones a esa respuesta. ¿Un hombre es el que sigue los ideales de quien proviene? (en el caso de Napoleón los de su madre) ¿Un hombre es el que se hace reconocer por otros hombres? (por sus soldados, por los reyes europeos, por el pueblo Francia) ¿Un hombre es aquél que goza del respeto de su mujer? (Josefina le ponía los cuernos a Napoleón). El asunto es que cada vez que hacemos del hombre una identificación, el hombre cae, ninguno se sostiene como tal. Sería mejor decir que todo hombre que se crea tal está destinado a caer, ya que caer es el destino de toda identificación. No hay identificación que se sostenga frente a lo imposible.

Más interesante sería explorar una respuesta que también propone la película: un hombre es el que escribe. Un hilo de la película es la correspondencia entre Napoleón y Josefina, que para él prosigue incluso después de la muerte de ésta. Cuando conoce de su deceso reclama que le entreguen todas las cartas. Sin embargo, fueron robadas y vendidas. ¿Qué hay en las cartas, en los intercambios epistolares, que son lo que un hombre más atesora y a la vez lo que prefiere mantener en la intimidad? Quizá allí está el secreto de lo que quiere decir ser hombre. Los intercambios de mensaje de texto de los que cada uno somos parte hoy en día no tienen nada que ver con ello. 

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