¿Cómo se avanza en el psicoanálisis?

Por Renato Andrade
Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa

Después de un ateneo clínico en la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa


Fotografía: Maria Teneva


Después de escucharlos esta noche, me llevo una pregunta: ¿cómo se avanza en el psicoanálisis?

Está la idea común –sobre todo entre los hombres– de que se avanza en línea recta, hacia adelante, o hacia arriba, si quieren. Es una idea muy difícil de abandonar porque reproduce el funcionamiento mismo del significante: un significante, y un significante más; y un significante más; y un significante más; y un significante más, etc., en una serie infinita.

¿Cómo se avanza en el psicoanálisis? El avance en el psicoanálisis no es en línea recta. Así que usted, analizante, no espere no repetir, no espere no tropezar con las mismas piedras, no espere no volver a los viejos temas. Al contrario, le diría, cada fracaso suyo, cada nueva caída, cada síntoma, es su oportunidad para transformarse. Así que, enemístese un poquito con ese sentimiento tan neurótico llamado “impotencia”, lo que implica, desde luego, cierta renuncia a la potencia, que, a su vez, entraña, que usted ya de ser ha pasado –un poquito al menos–, ha pasado a de-ser. O, para decirlo con más claridad: ha mandado de paseo a su delirio de ser.

Pero, que el avance en el psicoanálisis no sea en línea recta, tiene sobre todo consecuencias para el analista, y por eso les agradezco a mis colegas esta noche.

Sí, dirigimos la cura. Sí, tenemos una idea de lo que el dispositivo analítico debe producir. Incluso, sabemos cómo montar ese dispositivo. Sin embargo, no sabemos lo que es un “avance”.

Para alguien, un avance pudo ser mantener un trabajo, un puesto laboral. Para otro, un avance pudo ser perderlo, perder ese “trabajo de m”. Cuando para una mujer un avance pudo ser disfrutar de hacer el amor, para otra mujer, puedo ser no disfrutar más con él.

A esto, en el psicoanálisis, lo llamamos “dejar los prejuicios en la puerta del consultorio”. “El analista no tiene prejuicios”. Se dice fácil. Es más difícil realizarlo. “El analista no quiere el bien de sus pacientes”. ¿Acaso tiene un retorcido goce sádico? No. Es porque si quisiera el bien de sus pacientes, sería su idea del bien la que les impondría, alienándolos a sus valores y a sus ideales.

Podemos admitir que, después de tantos años psicoanalizándose, el psicoanalista se ha vaciado lo suficiente de los ideales de la calle, de los ideales del sentido común, y hasta de los ideales del discurso hegemónico, que domina desde la sombra del desconocimiento, cuando no se lo ha leído. Podemos admitir eso. Pero hay prejuicios de los que le es más difícil desembarazarse; son los “prejuicios psicoanalíticos”, los prejuicios del psicoanalista.

Saber qué es una interpretación, por ejemplo –como ustedes me devolvieron esta noche. Creer que, porque uno abre la boca, así, de este modo, y dice justo esto, va a producir tal cosa. Como si una interpretación no necesitara de la transferencia. Del sujeto y sus tiempos. E incluso, de la fortuna.

¿Cómo se avanza entonces en un terreno que no se controla?

¿A ciegas? –siendo que, como nos muestran las ficciones, los ciegos son siempre quienes mejor ven. ¿A través de sucesivas vueltas?

Imágenes, metáforas, para intentar pensar lo que todo el tiempo se escurre al pensamiento.  

Quizás, en un psicoanálisis, no hay “avances”. Quizá se trata tan sólo de efectos, algunos de los cuales, pueden transformar una vida, acompañarla por mucho tiempo o en los momentos más difíciles, escribirse, y hasta usarse, más allá del psicoanálisis mismo.

Tal vez, habría que sustituir la pregunta ¿Cómo se avanza en el psicoanálisis? por ¿Qué efectos tuvo uno, este

En nuestro método, los efectos no se captan observándose. Por ejemplo, observo que el sujeto sufre un accidente; entonces, el efecto será un trauma. No, así no.

En nuestro método, los efectos se leen a posteriori, en un texto, en el texto que compone todo aquello que el sujeto deposita en las sesiones y en la relación que mantiene con nosotros.

Por ello, rescato las dos expresiones que María Elena Lora nos ha repetido esta noche comentando nuestros casos: “a verificar” y “los virajes”.

¿Usted cree que esto fue una interpretación? Pues habrá que verificar. ¿Cree usted que este significante recorta el goce del sujeto? Bueno, habrá que verificar.

Y después: ¿Usted ubica aquí un avance? Muy bien, quizá usted cree que las cosas marchan según su deseo. Sin embargo, ¿los virajes? ¿Le ha prestado usted atención a los virajes del caso?

Podría ser entonces que antes que buscar “avances” haya que ubicar “virajes”. Es más sutil. Y es más difícil también.

La idea de avances seduce porque sería lo simbólico conquistando lo real. E invita a creer que hay uno que hace avanzar.

Muchas gracias

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