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Mostrando entradas de enero, 2023

La constitución del objeto se subordina a la realización del objeto

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Por Renato Andrade Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa Fotografía: Aldair Mejía en La Prensa de Monagas ( Extracto de una conversación ) Mire, resulta muy interesante su pregunta. Usted me hace pensar si la posición que le conviene al político –si es que existe tal cosa–, es la posición de las pasiones. Es algo que nosotros hemos reflexionado mucho para la clínica con pacientes. ¿Al psicoanalista le conviene la posición de las pasiones? Desde luego que no. Es más, si los psicoanalistas se analizan por muchos años, es precisamente para poder estar a distancia de sus propias pasiones. Un psicoanalista, por ejemplo, demasiado apasionado por Universitario de Deportes, no podrá escuchar a su paciente hablar del Alianza Lima cuando estos clubes disputen una final de campeonato. Perdóneme por ilustrar mi punto con una imagen tan forzada, pero aspiro a que usted me siga e

¿Todos platónicos?

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Por Renato Andrade Psicoanalista Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa. ¿Y si fuésemos platónicos sin saberlo? Usted podría ser platónico sin haber leído una sola línea de Platón. Cuando nos enamoramos sí que somos platónicos. Somos platónicos medievales –en palabras de Koyré– cuando, por ejemplo –y sin proponérnoslo–, aplicamos “la prueba por los grados de perfección”: de la existencia de una perfección parcial y finita puedo deducir la existencia de una perfección suprema e infinita; de la existencia de verdades fragmentarias, particulares y parciales, deduzco la existencia de una verdad absoluta, suprema e infinita. Es decir que, si en nuestra “alma” exploramos la “idea” de lo que fuere, por limitados que seamos, desembocaremos en que la perfección absoluta y suprema –uno de los nombres de Dios– de eso que exploramos “no puede no ser” (1). Si concibe que el cuerpo es un estor

¿Aristotélico yo?

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Por Renato Andrade Psicoanalista Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa El aristotelismo histórico, el de Aristóteles, es sin duda una respuesta al platonismo.  No se trata de continuar separando el alma del cuerpo, y menos de considerar el cuerpo como el lastre, cuando no la cárcel, del alma inmortal.  Sin el cuerpo, el hombre “sería un ser incompleto e imperfecto”. El hombre es un animal racional y mortal, “una naturaleza entre otras naturalezas” y ocupa así un lugar en el mundo. Por ello, lo propio del espíritu humano es “la percepción de los objetos naturales, sillas, mesas, otros hombres”, antes que la percepción de sí mismo (1). “Para el aristotelismo, el dominio de lo sensible es el dominio propio del conocimiento humano. Sin sensación no hay ciencia” (2). La noción de naturaleza en Aristóteles resulta más que interesante. El mundo no es apenas un reflejo de las “ideas”,

Una dificultad para la entrada en análisis

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Por Renato Andrade Psicoanalista Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Nueva Escuela Lacaniana Sección Lima y la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa Fotografía: Nathan McBride En su uso cotidiano la palabra pierde su poder. Deja de ser filosa. Nos separa de ella, dice Lacan, un grueso muro de lenguaje, toooodo lo que se dice, blablablá . Tantas opiniones como ladrillos, el cemento del sentido común. Basta agarrar unos minutos el teléfono inteligente –que, desde esta perspectiva, no lo parece tanto.  Sin contar el uso que algunos sujetos hacen de la relación con otro. ¿Cuál es ese uso? Lo presentaré del siguiente modo: Como usted piensa en mí, me importa mucho eso que piensa, así que debo controlar muy bien lo que digo. Por otro lado, todo lo que usted me dice, para mí, esconde una intención. ¿Qué quiere usted de mí? Dígamelo . Como el bombero, este sujeto vive con la manguera en la mano, atento para apagar cualquier palabra que pueda encender un fuego, por